jueves, 31 de octubre de 2013

¿EL POLLO DEL ARROZ CON POLLO?

Aparentemente, solo aparentemente, es algo que muchas veces no se ve, no se toca, no se huele ni nos regala sabor. Es una “cosa” que, sin embargo, ES porque ES; que uno puede incidir o interactuar con ella, pero nadie, ni el más  poderoso de los poderosos, puede suprimir o extirpar, y mucho menos inventar de la nada. 
 
Es algo casi siempre muy difícil de explicar. 

Es, en el mejor y más sublime y digno de los casos, uno mismo.
Es LA CULTURA.

Es la idiosincrasia, es la manera de hablar y andar, de reír y llorar, de soñar y trabajar, de acertar o equivocarse.

Pobre de los que crean que solamente se trata de un danzón o un chachachá, de un machete y un poema, de una plaza de ciudad o una montaña. Más pobre aun del que intente asemejarla a una feria de malos gustos o un lamentable reguetón.

La cultura de un país es él mismo: es el país y, por tanto, todos los que en él apostamos por fundar y crear. (Nótese que me incluyo).

La cultura no es el ilustre y conocido pollo del arroz con pollo cubano. La cultura es más: es la madre del pollo.

Sin ella no hay pollo ni hay arroz, ni sabor ni color ni aromas, sin ella no somos, sin ella no hay nada.