jueves, 6 de diciembre de 2018

LA MODA DE ESTAR A LA MODA

 

LA MODA DE ESTAR A LA MODA

Por los siglos de los siglos se ha preocupado el hombre, y las mujeres también…, (incluso más), por “estar a la moda”.

Es casi una necesidad. Es, para muchos, directamente proporcional a la personalidad.

La moda es un entretenimiento muy, pero que muy anterior a las telenovelas. De hecho, las telenovelas son vehículos perfectos para promocionar modas.

Hace un buen tiempo las modas eran “algo” prácticamente inofensivo. No pasaban de ocasionar algún que otro problemilla económico: no todo el mundo podía siempre seguir el paso de las modas.

Ahora es distinto.

Cuando alguien descubrió la fuerza descomunal que significaba la manipulación de las comunicaciones, ahí mismo se formó la gozadera de la moda.

Ahora es una moda estar de moda. De ahí que muchos se vistan, caminen, hablen, escuchen y sientan totalmente ajenos a la razón de hacerlo.

Basta mirar a nuestro alrededor para ver “las modas” del momento.

Dejo a cada cual y a cada quien el análisis y conclusiones de la observación.

Y siendo así, doy mi opinión:

¡Qué bueno fuera que se pusieran de moda la decencia, el amor, la solidaridad, el buen gusto y la verdad!

Y si no es mucho pedir, que fuese una moda sempiterna algo que cualquier diccionario devela como “grupo de personas formado por individuos unidos, primordialmente, por relaciones de filiación o de pareja”, es decir, que esté de moda “ser familia”.

¡Qué bueno fuera!

 

martes, 13 de noviembre de 2018

Termina la Temporada ciclónica

 

Parece, (y esto que sigue lo diré en voz baja por si acaso) que saldremos ilesos de problemas en la actual temporada ciclónica. Es difícil, según me dijo alguien que sabe de estas cosas, que en lo que queda de noviembre aparezca algún huracán importante. ¡Qué bueno!

Qué bueno, además, que  los científicos y los trabajadores de la meteorología hayan logrado establecer los límites de un período que a nadie le hace gracia: desde el 1ro junio hasta el 30 de noviembre: ¡preparados y alertas!

Y uno se pregunta, como quien quiere las cosas: ¿sería posible crear temporadas parecidas, o incluso más cortas, para otros eventos que, sin ser ciclones, causan tantos o más daños que dichos meteoros?

Por ejemplo: del 4 al 10 de septiembre: temporada de mentirosos..., o también: del 11 al 25 de octubre: temporada de oportunistas…

Crear temporadas de mediocres, de ladrones, de gente de mal gusto, de desamorados…, todas las maliciosas y posibles temporadas; entonces, el resto del año, uno se sentiría seguro, feliz y contento.

¿Se imaginan al Dr. Rubiera dando el parte en el noticiero de televisión, diciéndonos muy ufano:

“Hola y qué tal mis amigos. Ya hoy en la mañana ustedes pudieron apreciar una notable variación en las colas para realizar trámites de identidad, de emigración, de vivienda, y hasta en la cola del Coppelia, y es que, para suerte, ya termina la actual temporada burocrática”.

Y uno, entonces, aprovecharía para hacer canciones de amor.

Cienfuegos, 11 de noviembre de 2018.

 

 

lunes, 5 de noviembre de 2018

CAMBIAR LA HORA

 

CAMBIO DE HORA

Ya cambiamos la hora. ¡Qué bien!; estamos existiendo 60 minutos de más porque anoche, cuando el reloj marcó la 1 de la mañana, todos los cubanos regresamos a las 12,  de manera que volvimos a vivir esa primera hora del domingo 4 de noviembre del 2018.

Muchos agradecieron el cambio de hora: los que andaban de fiesta, los que enamoraban, y hasta los que dormían: porque durmieron 1 hora más. Pobre del que estaba de guardia o trabajando.

Cambiar por cambiar puede ser peligroso, pero cambiar, cuando es necesario, justo, provechoso y legítimo, es bueno.

Es normal que cuando, por ejemplo, un juego de cuerdas se vence, lo cambiemos. La guitarra agradece las nuevas cuerdas. Pero ojo con este tipo de ejemplo porque a veces generalizamos mucho las cosas y, resulta que da a pensar que todo lo viejo debe ser cambiable. En este sentido, para ahorrarme palabras, cito al Papa Francisco: “Los jóvenes saben ir rápido, pero los viejos saben el camino”.

Los cubanos ya cambiamos la hora y este, según dicen, es el horario normal.

Me gustaría pensar que el horario que dejamos atrás, el “anormal”, lo era porque en él proliferaban la indecencia, el maltrato, el sálvese quien pueda, el odio, la mentira, la traición y el desamor.

Ojalá este, el horario normal, nos traiga de lo otro, de lo amable, de lo bueno, de lo decente, de la belleza, de lo humano, en fin, de lo que jamás, por ningún motivo, debe ser cambiado.

 

sábado, 20 de octubre de 2018

Elisa Martínez

 

MI MAESTRA ELISA MARTÍNEZ

Lo confieso: no tuve absolutamente ningún interés en asistir a la escuela, (a ninguna escuela), hasta que en la primaria “José Antonio Saco” llegué al 5to grado y descubrí que era posible tener una maestra como Elisa Martínez.

Igual, quizás no descubrí yo nada, y fue ella, con su paciencia, su sabiduría y su cariñosa pedagogía, quien me supo “diferente” a todos aquellos otros muchachos que no me lo explico aún cómo lograban estarse quietos en su asiento por más de 10 minutos.

La maestra Elisa no era, como se dice, una “mansa paloma”. Todo lo contrario. Imponía un respeto grande, pero era un respeto confiable, lógico, amable, sincero…

Nunca aplaudió más o menos a este o aquel alumno por razones que no fueran las estrictamente relacionadas con la clase. No recuerdo que alguna vez me preguntara, como sí lo hacían con voz marcial otros maestros, si yo asistía a la iglesia o, peor, si creía en Dios. Hoy sé que eso era difícil responderlo porque ni con el catecismo de Rosa Graciela Pérez podía un niño de 8 o 9 años explicar a una maestra qué cosa era creer en Dios.

Elisa no tenía que preguntar cosas así porque ella sí sabía qué era creer en Dios.

En una visita que hicimos Los Novo a Miami, hace unos años, reunimos a muchísimos cienfuegueros en una terraza familiar y cantamos casi dos horas. ¡Qué bueno fue tener ese día a mi maestra Elisa allí; tan cerquita y feliz que, tras cada aplauso de canción, podía yo verme en el brillo emocionado de sus ojos, tan chiquito y jodedor como en aquellos días de sus paciencias!

Y cuando terminamos, y nos despedimos en la puerta, disfruté más su contentura y satisfacción por el beso tranquilo que con mucho buen orgullo me dejó, mientras decía - ¡gracias por todas esas canciones!

Y lo dijo como si me lo agradeciera Dios, como si revisara otra vez mi tarea, como si estuviéramos, ella y yo, en aquella aula de 5to grado de una vez.

Así de sencillo; como estaremos siempre.