lunes, 4 de noviembre de 2013

SERENATAS EN LA CASA DE “LOS CUCOS”

 
Una foto de aquellos años

Hurgando con oportuna curiosidad encuentro aquí y allá exactos pronunciamientos relacionados con la palabra Serenata.
Un primer, y muy serio enunciado, reza:
La Serenata es una forma musical concebida para orquesta de cuerda, de viento, mixta, conjunto de cámara o percusión.
Puede ser, (digo yo sabiendo que ES) pero busco por otro camino:
En varios países de Hispanoamérica, como Colombia, Venezuela, Cuba, México, Paraguay, Perú, Brasil, Chile, Argentina y otros, el término "serenata" se refiere al hecho de llevar, generalmente por las noches, un conjunto de cuerdas típico y tradicional, por ejemplo un Mariachi (en el caso de México) o la Tuna (de origen español pero que se extendió por la América hispana), un dúo o un trío con intérpretes de los instrumentos típicos del país, al exterior de la casa de una dama, y hacer que el conjunto interprete y cante canciones para que el hombre exprese sentimientos variados, por lo común de amor, agradecimiento o deseos de reconciliación.

Este se acerca más a lo que busco:
Y cuento:
Por allá por los ya lejanos años 80 un buen grupo de trovadores, poetas, artistas y buenos amigos cienfuegueros, tuvimos la suerte de contar con un rinconcito dentro de la ciudad hacia donde, casi noche tras noche, dirigíamos nuestros pasos, nuestras voces y guitarras, en plan “serenatero”.
Ese lugar, que por sobre todas las cosas era una familia, fue “La casa de los Cucos”. Chicho y Lourdes eran Papá y Mamá; luego estaban Ana Estela, Arístides, Gustavo y Cuco, y después los hijos, las esposas y esposos, el perro, el gato… (no dejo de contar a Lourdita y Mayito, aun cuando quizás por esos tiempos creo que vivian por Santa Clara)
¡Qué bueno era poder decir: Esta noche terminamos en la casa de los Cucos!
Allí se cantaba toda la trova cubana, la buena. Y se cantaba también toda la buena nueva canción del mundo: Serrat, Baglieto, Fito, Mercedes, Cortés, etc., etc., etc. Y cantábamos, cada cual, nuestras propias canciones acabaditas muchas veces de sacar del horno.
Muchas de las canciones que luego han sido un tanto menos desconocidas casi nacieron allí, en aquel portal inmensamente familiar del barrio de Playa Alegre, muy cerca del mar cienfueguero.
Y por si fuera poco: en aquellas serenatas echaron a andar los casi 30 años de amor junto a mi esposa.
Ojalá todos los que hayan sido protagonistas de estas serenatas, y las recuerden amablemente como yo, sumen a estas palabras sus memorias.
Solo me resta agradecer a Dios por habernos regalado la paciencia, la amistad y el cariño de Chicho, Lourdes y toda su tropa de “cucos”, amables e inolvidables hermanos.

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