Benny Moré siempre ayudó en la
capital a los músicos y artistas cienfuegueros
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Por: Roberto Novo
Todo tiempo los ha tenido. Unos han sido verdaderos
benefactores; hombres o mujeres que con un amor sincero y una intensión diáfana
han ofrecido su poco o su mucho en favor de la ciudad. La mayoría de las veces
nadie se ha enterado, o ha sido noticia al cabo de los años, cuando ya no era
justo continuar ocultándolo.
Otros, los que me invitan a escribir, son, dicho en el mejor
cubano, tremendos “Caradeguantes”; son esos que se solapan tras una carita de
tierno sacrificio y vastas responsabilidades para decir emocionados: “Estoy
aquí para entregar todo mi corazón”, e inmediatamente abrir a todo pecho los
bolsillos. Esos son los mecenas de la oportunidad.
Abundan.
Estos tiempos los hacen crecer y multiplicarse porque las
crisis a veces le aprietan los tornillos a muchos, se revientan las talanqueras
que contenían las falacias y entonces hay que buscar fórmulas de sobrevivencia
como sea y donde sea, para seguir “triunfando”.
Mi ciudad, gracias a los convites de algunos no menos
“triunfales” cuadros directivos manejadores de los recursos de todos, ha
padecido largas eras de visitas de personajes que, otrora, venían a mostrarnos
lo “grandes” que eran.
Evidentemente por entonces no sufrían las crisis. Quizás
nuestros queridos y simpáticos medios de difusión los apuntalaban un poco, y
alguna que otra estancia más allá de nuestras costas le daban el toque final:
“Fulano lleva 6 meses de gira por Europa…”, podía decir algún titular, sin dar
muchos detalles de dicha gira…(Porque los hay que acá, en la Habana de todos
los cubanos, asisten a congresos y conciertos con discursos y canciones de alto
vuelo cultural, y allá, en las mencionadas giras, lo mismo silban un tango que
rezan una misa china)
Y ahí llegan, trayendo entre despojos del alma sus grandes
ideas, sus preciosos proyectos, sus fabulosas palabras de puras ideologías
intelectualoides para aparecer como los queridos Mecenas del nuevo siglo a la
vista de todos…, o de casi todos.
Ya me sé las etapas del cuento:
·
Llegada
triunfal
·
Engaño
y convencimiento (o quizás confabulación) con el cuadro-directivo de turno
·
Aplicación
del proyecto X que dará cuantiosos “beneficios culturales” a la ciudad (y no
menos cuantiosos beneficios económicos al Mecenas)
·
Explotación
de dicho proyecto X hasta que sea posible…
·
Desaparición
del Mecenas (posiblemente ya ande por otras tierras del archipiélago haciendo
la próxima entrada triunfal)
·
Explosión
del proyecto X porque, desde el principio, todos sabían que no servía, pero ya
era demasiado evidente.
·
…no,
el cuadro-directivo ya había desaparecido hace tiempo, así que la responsabilidad
era verde y, ya saben…
Llegó por acá hace poco algún Mecenas de estos y dijo: Voy a
empezar a traer “artistas nacionales” a la ciudad…
¿Y no sería mejor y más útil llevar a los artistas no
nacionales, los de aquí, allá, a la Habana, presentarlos, ayudarlos, abrirle
puertas?
¿Acaso no fue esto lo que hizo Benny Moré con La Aragón y
con muchos otros?
Estoy seguro que sí, que lo correcto es que los primeros
beneficiados por las riquezas de un territorio sean los seres que lo habitan
día a día, y si alguien desde más allá los ayuda, mejor.
Pero entonces no habría ni Mecenas ni ganancias ni, como
diría García Márquez, un carajo.
Atención. Cuidado.