Creo que no solo es el Prado más largo de Cuba; también es,
quizás, el que más zapatos adolescentes y jóvenes ha soportado en “ires” y
“venires” de buen viento…
En todos los tiempos le han navegado numerosos andantes al
Prado de Cienfuegos, pero nunca como en la segunda mitad de los años setenta.