…porque
su “papá-Geppetto”,
Gastón Joya, ya no está…
Siempre
he pensado que para el calendario cubano octubre es un mes bien
singular y enorme. Sobra recordar fechas y acontecimientos que a lo
largo del tiempo han tenido lugar en esta décima estación de los
años.
Y
qué tremenda coincidencia: un 25 de octubre, hace ya 76 años, llegó
a este mundo el hombre bueno y sabio que fue Gastón. Nació allí,
en Santa María del Rosario, amable y familiar pueblo habanero que
nunca abandonó.
Alguna
vez me contó que luego de observar en la televisión un programa de
títeres la emprendió con una muñeca de su hermana Noemí
intentando animarle movimientos a expensas de colocarle hilos por
doquier. Ni se imaginaba por entonces que más tarde en sus manos
pesaría la responsabilidad de diseñar y construir muchísimos
muñecos y escenografías televisivas para gozo de aquellos niños
que una vez fuimos por las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo.
Así,
entre tanto, surgieron “Los Yoyo”, aquel combo de graciosas
marionetas al que Celia Torriente y Enriqueta Almanza colmaron de
canciones: “Barquito de papel”, “Juan Lamento”, “Tío
Caimán”, “Son de los niños”,…
Tuve
la suerte de ver trabajando desde muy cerca a Gastón; hacerlo era un
disfrute especial porque se asistía al quehacer de un mago, de un
incansable soñador y, sobre todo, de una persona con un conocimiento
y una maestría tales que lo convertían en el ser humano más
sencillo y feliz del mundo.
No
me cansaré de contar la historia de la vez que descubrí a “Los
Yoyo”. Fue la primera noche que dormí en la casa de un Gastón y
una María que aún no se atrevían a ser mis suegros. La que
entonces era mi muy recién novia me acomodó en una habitación y a
mi pedido de alguna iluminación baja para leer abrió la puerta de
un closet para que me sirviera de la luz interior de este. ¡Y allí
estaban guardados los famosos músicos de madera!
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¡Oye, esos son “Los Yoyo”, ¿qué hacen ahí? –pregunté
sorprendido.
Buen
rato estuve aquella noche mirando y toqueteando los muñecos.
Tres
décadas después ya son también un poco míos, aunque el celo y
cuidado de Gastón nunca cedieran ni un milímetro a la hora de
sentirlos totalmente suyos.
Coincidentemente
tenía que ser octubre el mes de la despedida. En la tarde del día
11 se marchó el artista y muy a pesar de lo mucho de él que
permanece y le hace estar entre nosotros, se siente la tristeza.
Sin
embargo aquella tarde, al último minuto, pedí un aplauso para él y
sentí una plenitud hermosa, una felicidad de privilegio por haberlo
conocido con la suerte de la cercanía y el gozo de la virtud.
Me sumo al aplauso. A mi nunca se me olvidarán "Los Yoyos", aunque no conocí a la persona que estaba detrás, y no la conoceré.
ResponderEliminarEN PAZ DESCANSE GASTÓN. NUESTRO PÉSAME A CELIA Y A MARÍA. ME IMAGINO ESTO LO ESCRIBIÓ EL GORDO. UN BESO DESDE VIGO A TODA LA FAMILIA.
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