Esta frase me trajo a la memoria los versos de mi hermano Roberto.
Qué bueno amanecer aquí en Cienfuegos
Viendo el sol aparecer por la Juanita
Y saber que esta el mar ahí
Qué bueno sentir que la ciudad palpita.
Qué bueno sería ver palpitar sus calles, limpias y en buen estado, las casas bonitas y en armonía con lo cubano y cienfueguero que somos, sin la marginalidad comprando la decencia de mis vecinos, salir de noche y sentirme iluminado por la alegría de mi gente en su paseo del prado, con los cines funcionando, la pizzería, el café cantante y en el Boulevard saborear el deliciosoolor y el glamour criollo del Restaurant la Verja escapando tentador por sus ventanas, o al menos ver encendidas las vidrieras de las tiendas para tejer un sueño.
Qué bien irme a dormir tan cotidiano
Feliz de mi almohada y de mí sueño
En mi cama, en mi casa
En mi cubano pedacito de mundo de ser dueño.
¨Pedacito de mundo de ser dueño”…, estoy seguro que en mi hermano no hay una sola gota de egoísmo o afán de riqueza al decir esto, si, una inmensa entrega y sentido de pertenencia. Mi padre fue el dueño de la talabartería La Esperanza, hoy la florería que presta servicios a la funeraria de la ciudad, allí en la calle Castillo. Guardo en mi memoria aquel lugar que con mucho trabajo el fundó y vio crecer a nuestra familia. Las monturas, las botas, los guantes, las polainas; todo lo que tenía que ver con las pieles y los hombres del campo, todo bien organizado en sus estantes, todo ordenado, todo limpio: el piso, el mostrador, solo dos hombres bastaban para lograr tal empeño, con que orgullo mi padre decía: ¨esta es mi Esperanza¨, y la cuidaba. Luego, un día, llegaron otros dueños, ¨administradores¨y poco a poco la convirtieron en lo que es hoy…….a lo mejor esa no era su esperanza y les falto eso que hoy llaman ¨sentido de pertenencia para querer las cosas¨ por eso digo que para hacer una ciudad mejor, para que la ciudad palpite y nos haga sentir orgullosos de ser cienfuegueros, nosotros los verdaderos dueños de esta esperanza, no podemos sentarnos a esperar que venga un administrador a decir que hacer o a cambiarla. Para hacer una ciudad mejor, nos toca a todos “hacer”; nos toca a todos amarla.
P. Novo