Los amigos, los buenos
amigos, llega un día que se nos confunden entre todas las cosas más queridas
que, sin temor ni dudas, sabemos tener a buen recaudo en algún pedacito de
vida.
A veces podemos estar muchas
horas sin verlos o hablarles.
A veces no.
Los trovadores, de vez en
cuando, tenemos unos enemigos enormes; nos los paren las canciones necesarias.
Pero también tenemos excelentes amigos que generalmente son infinitamente
perdurables.