Dejo a los ilustrados e instruidos especialistas de las
artes plásticas las correspondientes consideraciones sobre la obra de Frank
Iraola. Por cierto, las han hecho; no han sido pocas ni leves, ni rosas siempre
ni siempre espinas.
Yo quiero irme más allá porque, mirando una foto casi
reciente, me descubro formando un trío que, obviando modestias, ha hecho las salvas de una buena parte de la
historia de la ciudad de Cienfuegos. Desde la música nosotros, Los Novo, y él,
Frank Iraola Montaña, desde sus pinceles.
Frank, por estos días, es más niño que de costumbre (ya se
sabe que los niños ni mienten ni dejan de soñar), pero a veces Frank ha sido
mucho más niño…
Una vez preparábamos un espectáculo artístico en el Teatro
Tomás Terry y Frank era el encargado de hacer la escenografía. Pues resulta que
la tarde anterior a la función, con todo casi listo ya, Frank miró dos veces lo
que había pintado y en 10 minutos lo desbarató todo. Hizo una verdadera
“Guernica” en la escena.
Cuando yo, que fungía como director artístico, llegué a las
8 de la noche para realizar el ensayo general previsto casi me da un infarto.
Y Frank dormía tranquilo y feliz en algún rincón detrás del
escenario.
- -
Déjenlo,
que cuando se despierte lo pinta todo otra vez –dijo alguien que lo conocía
bien.
Y así fue. Esa noche ensayamos sin escenografía y nos fuimos
a descansar, y a la mañana siguiente todo estaba listo nuevamente.
Verdad que nos daba ganas de matarlo, pero estaba tan vivo
que nadie se atrevía.
Frank es un corazón que pinta.
Por estos días no ha tenido toda la salud del mundo, pero me
ha llamado dos o tres veces porque algo andamos tramando.
Me despedí en la última llamada diciéndole:
- -
Oye
hermano, en esta regata tú eres nuestro bote, así que no se te ocurra perder…
Lo queremos.
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