Por: Roberto Novo / Fotos: Roberto Gil
“…Bendijo Dios este séptimo día y lo hizo santo porque
ese día él descansó de todo su trabajo de creación”…
No creo tener que
explicar mucho de dónde viene esta oración, pero sí quisiera subrayar un par de
cortas frases contenidas en ella: “séptimo día” y “todo su trabajo”.
La primera nos
ofrece una noción de tiempo: es decir que ya habían transcurrido seis días, y
la segunda avisa que en esos días Dios no estuvo descansando: en ellos hizo
“todo su trabajo”.
Llegar a la llamada
tercera edad es todo un acontecimiento: pasó el tiempo y, se supone, sea la
hora de descansar por “todo lo trabajado”.
Por allá por los años
ochenta la ciudad de Cienfuegos disfrutó de una profusa y activa vida cultural.
Varias instituciones ubicadas alrededor del parque José Martí generaban y
hacían valer en gran medida aquella suerte: el Museo Histórico, La Galería de Reproducciones
de Arte Universal y la Casa de la Cultura, entre otras, realizaban peñas, concursos y eventos de
todas las manifestaciones. Prácticamente cada noche tenía una propuesta variada
e interesante, y de ellas, de esas noches culturales, se beneficiaban en primer
lugar esos ilustres señores de cabelleras blancas que terminaron siendo “los
viejitos de mi parque”.
Por allí andaban
siempre, disfrutando de un “Té literario” o de una “Peña campesina”; de un
“Encuentro de trovadores” o un “Desfile de modas”. Su presencia se fue haciendo
tan obvia y necesaria que cuando por ley de la vida nos abandonaban, con
tristeza sentíamos su ausencia. Luego se
iban renovando y otros ocupaban su lugar.
Entonces pasó el
tiempo. Y no fueron solo siete días, han transcurrido tantos años que ya “los viejitos de mi
parque” son otras personas. Pero igual son abuelos y abuelas que de una u otra
forma hicieron “su trabajo de creación”, y deberían merecer el descanso. Un
descanso pleno de razones para aún vivir y amasar con tranquilidad la
recompensa por todo lo vivido.
Y nosotros, los que no
hemos llegado al “séptimo día”, ¿hacemos todo lo que debemos para que esa
recompensa tenga lo suficiente de amor y dignidad?
Creo que hay que
seguir cantando y pensando mucho en nuestros viejitos.
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