Ya mi hermano Pepe Arce es abuelo: ¡José Antonio se llama el chamaco! Me alegro muchísimo, y a la vez medito pausadamente: ahí vamos, perpetuando la especie en un mundo cada vez más falto de tiempo y de afectos.
En esta foto andábamos los finales de los 70, en la Casa de la Nueva Trova de Cienfuegos.
Por entonces casi sobraba el tiempo, y los afectos no tenían precio.
Felicidades mi hermano.
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