viernes, 23 de agosto de 2013

OTRO SOFÁ QUE SE BOTA





Preliminarmente quiero hacer el famoso cuento del sofá porque puede que alguien no lo conozca, (hace unos días, en una reunión familiar, se me ocurrió decir: ¡eso fue a la hora que mataron a Lola!, y los muchachos presentes me miraron con asombro, como preguntando quién era Lola)
Pues el cuento del sofá dice así más o menos:

Está una mujer con su amante en el sofá de la casa cuando, de repente, aparece el burlado marido y, al sorprenderla, decide botar el sofá.
Hace unos días el joven trovador cienfueguero Nelson Valdés organizó un concierto junto a otros músicos y artistas de la ciudad y con el apoyo del teatro Tomás Terry. El espectáculo se concibió y organizó pensando presentarlo en las áreas exteriores del teatro, dígase, obviamente, los alrededores del parque José Martí.
A punto de realizar la función llegó una orden: no se podía hacer tal concierto en ese lugar por las malas consecuencias que el mismo podía traer para el cuidado y conservación de dicha plaza…
De vez en cuando le digo algo a mi esposa: tú necesitas dos casas, una para tenerla limpia y ordenada y otra para vivirla.
¿Será que necesitaremos dos ciudades?
Y no es yo que defienda que se arremeta contra la ciudad, al tiempo que la vivimos, hasta hacerla añicos. Todo lo contrario. Cada día quiero y necesito vivir y reservar a mis hijos y nietos una ciudad mejor.
Pero nunca tendremos una ciudad mejor a costa de llenarla de carteles o disposiciones  prohibitivas. Hay que vivir la ciudad como debe ser, con responsabilidad, disciplina y amor, con alegría y muchos deseos de vivir. Conservar y cuidar la ciudad no puede convertirse en una camisa de fuerza, en una ley seca, en un NO para todo lo que “sospechemos” que pueda dañarla. Uno de esos eventos que por estos días insisten en nombrar carnaval le hace mucho más daño a la ciudad y hasta ahora no tengo noticias de que vayan a suspenderlos. Sabemos muy bien  quienes son los “dañadores” de la ciudad, quienes y por qué dan rienda suelta a sus desmanes y tropelías. No podemos cerrar espacios a todos porque unos cuantos impongan sus modos de ¿convivencia?
Y no es tarea fácil.
Conciertos y eventos bien organizados, donde prime la cordura y el buen arte, donde no haya espacio para los que destruyen ni incitaciones a hacerlo,  donde a nadie se le imponga nada de manera que su presencia en dichos espacios no presuponga un castigo; eso es lo que necesitamos.
Repito: No es tarea fácil.
Siempre será más fácil botar el sofá, pero a larga…

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