Hurgando con oportuna
curiosidad encuentro aquí y allá exactos pronunciamientos relacionados con la
palabra Serenata.
Un primer, y muy serio
enunciado, reza:
La Serenata es una forma musical
concebida para orquesta de cuerda, de viento, mixta, conjunto de cámara o
percusión.
Puede ser, (digo yo
sabiendo que ES) pero busco por otro camino:
En varios países de Hispanoamérica,
como Colombia, Venezuela, Cuba, México, Paraguay, Perú, Brasil, Chile, Argentina y otros, el término
"serenata" se refiere al hecho de llevar, generalmente por las
noches, un conjunto de cuerdas típico y tradicional, por ejemplo un Mariachi (en el caso de México) o
la Tuna (de origen español pero que se
extendió por la América
hispana), un dúo o un trío con intérpretes de los instrumentos típicos del
país, al exterior de la casa de una dama, y hacer que el conjunto interprete y
cante canciones para que el hombre exprese sentimientos variados, por lo común
de amor, agradecimiento o deseos de reconciliación.
Este se acerca más a lo
que busco:
Y cuento:
Por allá por los ya
lejanos años 80 un buen grupo de trovadores, poetas, artistas y buenos amigos
cienfuegueros, tuvimos la suerte de contar con un rinconcito dentro de la
ciudad hacia donde, casi noche tras noche, dirigíamos nuestros pasos, nuestras
voces y guitarras, en plan “serenatero”.
Ese lugar, que por sobre
todas las cosas era una familia, fue “La casa de los Cucos”. Chicho y Lourdes
eran Papá y Mamá; luego estaban Ana Estela, Arístides, Gustavo y Cuco, y
después los hijos, las esposas y esposos, el perro, el gato… (no dejo de contar
a Lourdita y Mayito, aun cuando quizás por esos tiempos creo que vivian por
Santa Clara)
¡Qué bueno era poder
decir: Esta noche terminamos en la casa de los Cucos!
Allí se cantaba toda la
trova cubana, la buena. Y se cantaba también toda la buena nueva canción del
mundo: Serrat, Baglieto, Fito, Mercedes, Cortés, etc., etc., etc. Y cantábamos,
cada cual, nuestras propias canciones acabaditas muchas veces de sacar del
horno.
Muchas de las canciones
que luego han sido un tanto menos desconocidas casi nacieron allí, en aquel
portal inmensamente familiar del barrio de Playa Alegre, muy cerca del mar
cienfueguero.
Y por si fuera poco: en
aquellas serenatas echaron a andar los casi 30 años de amor junto a mi esposa.
Ojalá todos los que
hayan sido protagonistas de estas serenatas, y las recuerden amablemente como
yo, sumen a estas palabras sus memorias.
Solo me resta agradecer
a Dios por habernos regalado la paciencia, la amistad y el cariño de Chicho,
Lourdes y toda su tropa de “cucos”, amables e inolvidables hermanos.
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