Collage de pinturas de Osvaldo González |
La
primera acepción que ofrece el Diccionario de la Real Academia de La Lengua
Española sobre el verbo Entretener, dice:
Distraer a alguien impidiéndole hacer
algo.
Me resulta
sospechoso ese significado. Más cuando todos sabemos que hoy el entretenimiento
es un imperio, una industria.
Hoy una
consola digital de juegos crea en una milésima de segundo la espada o el avión
que mi fantasía se deleitaba su buen rato inventando y construyendo de palo o
papel, (aunque luego a mis ojos aparecían como la mejor e invencible espada de
acero y el más veloz avión de…, bueno, de lo que debían ser los aviones por ese
tiempo).
Cuando
aun no existían Los Novo la gente se entretenía de las maneras más sencillas y
sanas: hasta mirando el mar en el malecón se entretenía la gente. Luego el
malecón ha ido perfeccionando su contenido de trabajo y a veces resulta muy
peligrosamente entretenido.
El
mundo se ha ido complicando y desarrollando y, por ejemplo, para algunas
personas entretenerse en un carnaval incluye violencia, lenguaje de adultos y,
más que sexo, libertinaje fisiológico.
No
recuerdo qué gran personaje se entretuvo descubriendo que el hombre piensa como
vive.
¿Será,
entonces, que “pensamos” entretenernos de la forma que vivimos?
Volviendo a lo que decía el diccionario ya mencionado,
creo que sería bueno entretenernos impidiéndonos hacer lo incorrecto, de manera
que la vida, la de vivir y fundar, continúe siendo felizmente entretenida.
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