CAMBIO DE HORA
Ya cambiamos la hora. ¡Qué bien!; estamos existiendo 60 minutos de más porque anoche, cuando el reloj marcó la 1 de la mañana, todos los cubanos regresamos a las 12, de manera que volvimos a vivir esa primera hora del domingo 4 de noviembre del 2018.
Muchos agradecieron el cambio de hora: los que andaban de fiesta, los que enamoraban, y hasta los que dormían: porque durmieron 1 hora más. Pobre del que estaba de guardia o trabajando.
Cambiar por cambiar puede ser peligroso, pero cambiar, cuando es necesario, justo, provechoso y legítimo, es bueno.
Es normal que cuando, por ejemplo, un juego de cuerdas se vence, lo cambiemos. La guitarra agradece las nuevas cuerdas. Pero ojo con este tipo de ejemplo porque a veces generalizamos mucho las cosas y, resulta que da a pensar que todo lo viejo debe ser cambiable. En este sentido, para ahorrarme palabras, cito al Papa Francisco: “Los jóvenes saben ir rápido, pero los viejos saben el camino”.
Los cubanos ya cambiamos la hora y este, según dicen, es el horario normal.
Me gustaría pensar que el horario que dejamos atrás, el “anormal”, lo era porque en él proliferaban la indecencia, el maltrato, el sálvese quien pueda, el odio, la mentira, la traición y el desamor.
Ojalá este, el horario normal, nos traiga de lo otro, de lo amable, de lo bueno, de lo decente, de la belleza, de lo humano, en fin, de lo que jamás, por ningún motivo, debe ser cambiado.
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