Dice la conocida
canción: “cada vez que te digo lo que siento, tu siempre me respondes de ese
modo”…
Y digo yo: cada vez
que algún funcionario de la cultura, (sí, uno de esos que vive porque existen
los artistas), mete la pata, se joden los artistas.
¿Que el funcionario
que debía garantizar el transporte no lo hizo?
Se jode el artista.
¿Qué el funcionario
que debía comprar cuerdas o cañas compró bolígrafos y portafolios?
Se jode el artista.
¿Que el ya conocido
personaje jugó a los inventos con el presupuesto?
Se jode el artista.
La voz del
funcionario es grave y sentida:
Tenemos un pequeño déficit presupuestario de ciento
treinta mil pesos y será necesario reajustar la programación en los meses que
restan a este año.
Y uno se pregunta:
¿Dónde se metieron los $ 130 000.00 pesos? ¿Quién y en qué los usó?
Estoy totalmente
seguro que esa cantidad de dinero no sale volando a su libre albedrío, como por
arte de magia, de las cuentas y libros de finanzas.
Alguien tiene que
saber a dónde fueron a parar esos simpáticos y escurridizos ciento treinta mil
pesos, digo yo.
Y lo peor es que, en
lo que averiguamos, y localizamos el problema, y lo combatimos y tomamos
medidas y se asegura, con una voz muy parecida a la otra, que esto no va a
volver a ocurrir, pasa lo de siempre:
¡Y otra vez, se
joden los artistas!
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